La abeja también está perdida en la playa, camina a los tumbos, va hacia el mar, hacia la tierra, se frota con las patas, quiere lavarse o deshacerse de algo, del agua del mar sobre la piel, busca o se entrega, pierde el gusto por las flores o pierde las flores. Este jardín es de arena.
(Después al leer este apunte a gente querida, la abeja vino a visitarme)
Graciela
Creo que la abeja perdió el rumbo. Por eso no encuetra las flores. Es cuestión de conectarse otra vez con sus sentidos y las flores la guiarán.
Aníbal Zaldívar
muy bien, así vamos también nosotros perdiendo y encontrando el rumbo… abrazos, gracias