La poesía, el mar y los ríos (I)

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Textos de la charla virtual del sábado 12 de abril desde el estudio RameTV.

Coplas de Jorge Manrique por la muerte de su padre

                    I

  Recuerde el alma dormida,
avive el seso e despierte
  contemplando
cómo se passa la vida,
cómo se viene la muerte
  tan callando;
  cuán presto se va el plazer,
cómo, después de acordado,
  da dolor;
cómo, a nuestro parescer,
cualquiera tiempo passado
  fue mejor.

                    III

  Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en la mar,
  qu’es el morir;
allí van los señoríos
derechos a se acabar
  e consumir;
  allí los ríos caudales,
allí los otros medianos
  e más chicos,
allegados, son iguales
los que viven por sus manos
  e los ricos.

*

El río y el océano

«Dicen que antes de entrar en el mar, el río tiembla de miedo. Mira para atrás todo el camino que recorrió, las cumbres, las montañas, al largo y sinuoso camino que abrió a través de selvas y poblados, y ve frente a sí un océano tan grande, que al entrar en él solo puede desaparecer para siempre. Pero no hay otra manera. El río no puede volver. Nadie puede volver. Volver atrás es imposible en la existencia. El río necesita aceptar su naturaleza y entrar en el océano. Solamente entrando en el océano se diluirá el miedo, porque solo entonces sabrá el río que no se trata de desaparecer en el océano, sino de convertirse en el océano”
Khalil Gibran

*

Arte poética

Mirar el río hecho de tiempo y agua
y recordar que el tiempo es otro río,
saber que nos perdemos como el río
y que los rostros pasan como el agua.

Sentir que la vigilia es otro sueño
que sueña no soñar y que la muerte
que teme nuestra carne es esa muerte
de cada noche, que se llama sueño.

Ver en el día o en el año un símbolo
de los días del hombre y de sus años,
convertir el ultraje de los años
en una música, un rumor y un símbolo,

ver en la muerte el sueño, en el ocaso
un triste oro, tal es la poesía
que es inmortal y pobre. La poesía
vuelve como la aurora y el ocaso.

A veces en las tardes una cara
nos mira desde el fondo de un espejo;
el arte debe ser como ese espejo
que nos revela nuestra propia cara.

Cuentan que Ulises, harto de prodigios,
lloró de amor al divisar su Itaca
verde y humilde. El arte es esa Itaca
de verde eternidad, no de prodigios.

También es como el río interminable
que pasa y queda y es cristal de un mismo
Heráclito inconstante, que es el mismo
y es otro, como el río interminable.

Jorge Luis Borges

*

Fui al rio.

Fui al río, y lo sentía
cerca de mí, enfrente de mí.
Las ramas tenían voces
que no llegaban hasta mí.
La corriente decía
cosas que no entendía.
Me angustiaba casi.
Quería comprenderlo,
sentir qué decía el cielo vago y pálido en él
con sus primeras sílabas alargadas,
pero no podía.

Regresaba
—¿Era yo el que regresaba?—
en la angustia vaga
de sentirme solo entre las cosas últimas y secretas.
De pronto sentí el río en mí,
corría en mí
con sus orillas trémulas de señas,
con sus hondos reflejos apenas estrellados.
Corría el río en mí con sus ramajes.
Era yo un río en el anochecer,
y suspiraban en mí los árboles,
y el sendero y las hierbas se apagaban en mí.
Me atravesaba un río, me atravesaba un río!

Juanele Ortiz

*

El más hermoso de los ríos, Ebro

El más hermoso de los ríos, Ebro,
que desembocas junto a Eno en el mar púrpura,
después de haber rugido por las tierras de Tracia,
rica en caballos.
Muchas doncellas llegan hasta ti
y por sus suaves muslos, con manos delicadas
se embelesan pasando como un bálsamo
tu agua de dioses.

Alceo de Mitilene (S. VII AC)

*

Donde el agua se une a otras aguas

Raymond Carver

Me fascinan los arroyos y la música que crean.
Y las corrientes, entre prados y cañas, antes
de tener oportunidad de convertirse en arroyos.
Me fascinan sobre todo
por su sigilo. ¡Casi olvidaba
decir algo de las fuentes!
¿Hay algo más hermoso que un manantial?
Pero también me encantan las grandes corrientes.
Las bocas abiertas de los ríos cuando se unen al mar.
Los lugares donde el agua se une
a otras aguas. ¡Conservo esos lugares
en mi mente como si fueran sagrados!
Me gustan como a otros les gustan los caballos
o las mujeres atractivas. Me pasa una cosa
con esa agua fría y veloz.
Sólo con mirarla se me acelera la sangre
y se me eriza la piel. Podría sentarme
a mirar estos ríos durante horas.
Ninguno es igual.
Hoy tengo 45 años.
¿Me creería alguien si le dijera
que una vez tuve 35?
¡Mi corazón seco y vacío a los 35 años!
Tuvieron que pasar cinco años
antes de que empezara a latir de nuevo.
Me tomaré todo el tiempo que quiera esta tarde
antes de dejar mi sitio en la orilla del río.
Me gustan, me encantan los ríos.
Me encantan desde su fuente.
Me encanta todo lo que crece en mí.

*

Los ríos

Cotici, 16 de agosto de 1916

Me apoyo en este árbol mutilado
Abandonado en esta torca
Que tiene la languidez
De un circo
Antes o después del espectáculo
Y miro
El pasaje tranquilo
De las nubes sobre la luna

Esta mañana me he tendido
En una urna de agua
Y como una reliquia
He reposado

El Isonzo corriendo
Me suavizaba
Como a una de sus piedras
He levantado mis cuatro huesos
Y me he marchado
Como un acróbata
Sobre el agua

Me he acurrucado
Junto a mis trapos
Sucios de guerra
Y como un beduino
Me he inclinado para recibir
El sol

Este es el Isonzo
Donde mejor
Me he reconocido
Una dócil fibra
Del universo.

Mi suplicio
Es cuando
No me creo en armonía

Pero esas ocultas
Manos
Que me deslíen
Me regalan
La rara
Felicidad

He repasado
Las épocas
De mi vida

Estos son
Mis ríos

Este es el Serchio
En el que han bebido
Dos mil años tal vez
De mi gente campesina
Y mi padre y mi madre.

Este es el Nilo
Que me ha visto
Nacer y crecer
Y arder de inconsciencia
En las extensas llanuras

Este es el Sena
Y en su turbulencia
Me he mezclado
Y me he conocido

Estos son mis ríos
Reunidos en el Isonzo

Esta es mi nostalgia
Que en cada uno
Me trasparenta
Ahora que es noche
Que mi vida me parece
Una corola
De tinieblas

Giuseppe Ungaretti

(De La alegría.Versión de Jorge Aulicino)

*

Versión original en italiano

I fiumi


                             Cotici il 16 agosto 1916

Mi tengo a quest’albero mutilato
Abbandonato in questa dolina
Che ha il languore
Di un circo
Prima o dopo lo spettacolo
E guardo
Il passaggio quieto
Delle nuvole sulla luna

Stamani mi sono disteso
In un’urna d’acqua
E come una reliquia
Ho riposato

L’Isonzo scorrendo
Mi levigava
Come un suo sasso
Ho tirato su
Le mie quattro ossa
E me ne sono andato
Come un acrobata
Sull’acqua
Mi sono accoccolato
Vicino ai miei panni
Sudici di guerra
E come un beduino
Mi sono chinato a ricevere
Il sole

Questo è l’Isonzo
E qui meglio
Mi sono riconosciuto
Una docile fibra
Dell’universo

Il mio supplizio
È quando
Non mi credo
In armonia

Ma quelle occulte
Mani
Che m’intridono
Mi regalano
La rara
Felicità

Ho ripassato
Le epoche
Della mia vita

Questi sono
I miei fiumi

Questo è il Serchio
Al quale hanno attinto
Duemil’anni forse
Di gente mia campagnola
E mio padre e mia madre.

Questo è il Nilo
Che mi ha visto
Nascere e crescere
E ardere d’inconsapevolezza
Nelle distese pianure

Questa è la Senna
E in quel suo torbido
Mi sono rimescolato
E mi sono conosciuto

Questi sono i miei fiumi
Contati nell’Isonzo

Questa è la mia nostalgia
Che in ognuno
Mi traspare
Ora ch’è notte
Che la mia vita mi pare
Una corolla
Di tenebre

Giuseppe Ungaretti

Da L’allegria, 1931

*

Vapor de la carrera

No, yo no viajé en el vapor de la carrera

pero mi sangre, sí.

Por eso el mar marrón

o el río celeste

-ese gran charco –

me atraviesa

como lágrima que lava 

y hunde la tristeza

de barca colectiva.

No naufragamos

en el vapor de la carrera,

abuela,

pero seguro que vos viste

cómo se amarronaba

la ilusión

y celeste

la nostalgia

atardecía.

Porque al final 

no era tan dulce el mar

ni tan salado el río…

y somos nosotros

los navíos

de esta travesía

que es la vida.

No, yo no viajé

en el vapor de la carrera

pero mi sangre, sí,

pero mi historia, sí.

Pero mi abuela, sí.

Graciela Vergel

*

Río Sauce Grande (Villa Ventana)

Amparo terrestre para el río

cauce de palma de indio

o cauce pedregoso con pisadas

de vacas, y relinchos acostados.

Sin el semen perturbador

viene el toro

produciendo su huella

acariciado por brisa de retamas.

Bajo la noche silenciosa

el agua rodea las piedras,

corre, circula en pensamientos

distraídos, el olvidos aéreos.

Así el tiempo baja de las rocas

demorado en amplios manantiales

ocultas matrices de agua nutricia

que nuestra sed busca en vano.

Sobre la superficie veteada

por remolinos y fugaz espuma,

la vida dulce estalla en peces rojos

y en diminutas flechas transparentes.

*

La imagen es de cántaro

o de vasija extendida

como don o milagro incrustado

en las arrugas de la tierra.

Hacia la bruta sal interminable

donde es áspero el beso y arden labios

y donde  todo cae consumiéndose

a dentelladas de increíble miedo.

Es una variedad infinita

que no alcanzamos a plasmar

porque llega la noche

y con su ala oscura nos entierra.

*

Al amanecer vuela un panadero

blanca estrella sin rumbo

suave y frágil cruza la cruda luz

y la vaga sombra del aire.

Pongo también mi ausencia

contra  el horizonte en declive de las sierras,

puedo anidar entre loros chillones

con palomas ululantes o caer en el barro.

Caminando en el agua verde uno abandona

el dulce veneno familiar

ordenado en páginas, medialunas

grises, avisos agrupados.

Veo la tierra cayendo

en su sombra final, acorralada

por el fuerte humo agrio

que traen las ciudades.

Pero estos últimos días, estos últimos

siglos, o períodos o eras

son aquí más plenos,

entre peces que sólo gozan el agua.

*

Bajo ahora a unirme al toro

polvoriento que mea en la brisa,

rito elemental de libertad

bajo las tibias estrellas.

La idea es de sogas trenzadas,

firmes, no demasiado fuertes,

cascada que remansa y luego

corre, entre juncos y piedras.

Hablamos para el viento y hablamos

para un oído de mujer, y gritamos

hacia la inmensidad vacía de ecos

o poblada de sueños de millones de noches.

Pero sólo el agua reza por todos,

escucha: su vigilia alcanza,

su bautismo abraza

nuestra causa perdida.

*

Yo también soy un río

un agua derramada

una superficie caída

un cauce inclinado.

Tengo barro en la espalda y pastos en el pelo,

bagres fondeadores limpian mis entrañas,

brutales tarariras muerden mis huesos

y finos pejerreyes circulan en mis venas.

La lluvia me alimenta

las gotas me acarician

me excita el rocío

y me derramo en cascadas.

Me prodigo en los valles,

me pudro en los remansos,

un solo pensamiento

dejo impreso en las piedras.

Voy, llevo en los labios

palabras indecibles, rumores atrapados

por el ser en vigilia,

soy el río mirado y el ojo que lo mira.

*

Vacío de auditorio el concierto

del río desciende bruto armonizando

sonidos de pájaros y silbidos

de viento intermitente y percusión de lluvias.

A veces los muertos de abajo

gritan, y la anestesia de la tele

acude a silenciarlos, es

la unidad trágica del mundo.

Los heridos también o los hambrientos

suben por la corteza e invaden

las gargantas de los grillos

y da igual dormirse en ese arrullo.

Está el río y está el oído,

polvo los atraviesa, vacío de auditorio

el oído o la voz disuelven

su encanto, en el rocío terrestre.

*

La mente transparente añora

inexplicable un descanso, y luego

un pique desmedido o un pique

suficiente, y luego otro.

En los hondos suspiros de las boyas

o en anzuelos azules

y luego ese brillo impalpable

del atardecer sobre el agua.

Cuando ondea con finos élitros el aire

suspendido, y borbollones sacuden

cada minuto de agua

y nada respira nadie.

El cuerpo transparente añora

un qué imposible,

un insaciable cuándo,

hasta que solo, fondea en la noche.

De mi libro: Orillas/ El mar en todo

*

Marinero en tierra (frag)

                                               Rafael Alberti

1

El mar. La mar.

El mar. ¡Sólo la mar!

¿Por qué me trajiste, padre,

a la ciudad?

¿Por qué me desenterraste

del mar?

En sueños, la marejada

me tira del corazón.

Se lo quisiera llevar.

Padre, ¿por qué me trajiste

acá?

*

Hemingway: El viejo y el mar (frag)

El muchacho estaba de regreso con las sardinas y las dos carnadas envueltas en un periódico, y bajaron por la vereda hasta el bote, sintiendo la arena con piedrecitas debajo de los pies, y levantaron el bote y lo empujaron al agua.

—Buena suerte, viejo.

—Buena suerte —dijo el viejo. Ajustó las amarras de los remos a los toletes, y echándose adelante contra los remos, empezó a remar, y salió del puerto en la oscuridad. Había otros botes de otras playas que salían a la mar, y el viejo sentía sumergirse las palas de los remos y empujar, aunque no podía verlos ahora que la luna se había ocultado detrás de las lomas.

A veces alguien hablaba en un bote. Pero en su mayoría los botes iban en silencio, salvo por el rumor de los remos. Se desplegaron después de haber salido de la boca del puerto, y cada uno se dirigió hacia aquella parte del océano donde esperaba encontrar peces. El viejo sabía que se alejaría mucho de la costa y dejó atrás el olor a tierra y entró remando en el limpio olor matinal del océano. 

*

En la oscuridad el viejo podía sentir venir la mañana y, mientras remaba, oía el tembloroso rumor de los peces voladores que salían del agua y el siseo que sus rígidas alas hacían surcando el aire en la oscuridad. Sentía una gran atracción por los peces voladores, que eran sus principales amigos en el océano. Sentía compasión por las aves; especialmente por las pequeñas, delicadas y oscuras golondrinas de mar que andaban siempre volando y buscando, y casi nunca encontraban, y pensó: «Las aves llevan una vida más dura que nosotros, salvo las de rapiña y las grandes y fuertes. ¿Por qué habrán hecho pájaros tan delicados y tan finos como esas golondrinas de mar, cuando el océano es capaz de tanta crueldad? La mar es dulce y hermosa. Pero puede ser cruel, y se encoleriza muy súbitamente, y esos pájaros que vuelan picando y cazando, con sus tristes vocecillas, son demasiado delicados para la mar».

*

Haroldo Conti: Sudeste (frag)

Cuando llegó al banco, se dejó llevar hasta donde calculaba que había atado la línea. Los juntos se asomaban apenas, porque el agua estaba todavía alta. De manera que no había rastro de la línea. Sin embargo, decidió buscarla, simplemente por el placer de acertar con ella y en cierto modo, por contrariar al río. La verdad es que el río es ajeno a todo sentimiento, pero muy a menudo parece animado por un humor sombrío.

El río es espléndido y el hombre se siente misteriosamente atraído por él. Esto es todo lo que se puede decir.

Sus hombres, los hombres de este río, este hombre que ahora observa sus aguas con sus ojos de pez moribundo suspendido sobre ellas como dos espejuelos suspendidos del aire, son en todo semejantes a él. Por eso todavía sobreviven. Por eso parecen tan viejos y lejanos y solitarios. No aman al río exactamente, sino que no pueden vivir sin él. Son tan lentos y constantes como el río. Y, sobre todo, son tan indiferentes como el río. Parecen entender que ellos forman parte de un todo inexorable que marcha animado por cierta fatalidad. Y no se rebelan por nada. Cuando el río destruye sus chozas y sus embarcaciones y hasta a ellos mismos. Por eso también parecen malos.

*

RIO Y VIDA

Beben del agua pájaros y raíces

beben los peces que agitan el remanso.

Gira la ilusión en ideas que fluyen, paralelas.

Quedan en las orillas naranjales

ceibos y penachos, el llanto de los sauces

una fauna que palpita o serpea

en la barranca o en la quietud del monte.

Suele el pescador echar su barca a la suerte

tirar la tanza ansiosa, tensar el remolino

cargar los anzuelos y pedirle al correntoso

que deje un milagro en sus espineles.

La vida es un canto de confluencias y despegues

y como el río, se lleva lo esencial y lo superfluo

no atiende voces, sigue al garete.

El río es ese viajero que no halla destino

hasta que una cuenca  lo haga presa

o -como a cualquier vida- un mar lo desintegre.

Silvia Bottallo

*

Audio con el poema Estado de Gracia, y una carta de su autora:

Buenas tardes Aníbal. estuve mirando tu sitio web y creo que has hecho una tarea sumamente meritoria; y la ha mantenido durante mucho tiempo, lo que habla del respeto mutuo que existe dentro del grupo humano. Creo que es así: cuando el líder es empático, capaz y equilibrado, todo el conjunto se comporta de la misma manera. Además Eugenia Faué me habló maravillas de tu ética personal y de la calidad de tus conocimientos literarios. Te feliz de corazón y, personalmente, me honra que hayas seleccionado un poema de mi autoría para leerlo.

En cuanto a mí, solo puedo decirte que soy una anciana que, si vive unos meses más, cumpliré 86 años. Estoy cursando una dolencia terminal, controlada hasta ahora, gracias a médicos integrales y conscientes; que escribo desde los nueve años y, creo, seguiré escribiendo hasta el final. Espero que la Consciencia Universal me otorgue la gracia de conservar la lucidez y la paz interior para seguir disfrutando de la lecto/escritura, de la música, del cuidado de mi jardín, de las puestas de sol y del amor de mis hijas, nietos y bisnietito.

Me gustó haber tomado contacto con todos ustedes, y lo agradezco.

Abrazosssssssssss de Tuky Carboni

(Desde Entre Ríos)

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