La primavera como Canto a la vida

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Los textos que leímos en la charla ”Poesía, Mar, Primavera”, el sábado 21 de setiembre de 2024 en el C.C.Pipach, Villa Gesell.

Pedro Páramo (fragmento)

Estoy acostada en la misma cama donde murió mi madre hace ya muchos años; sobre el mismo colchón; bajo la misma cobija de lana negra con la cual nos envolvíamos las dos para dormir. Entonces yo dormía su lado, en un lugarcito que ella me hacía debajo de sus brazos.
       Creo sentir todavía el golpe pausado de su respiración; las palpitaciones y suspiros con que ella arrullaba mi sueño… Creo sentir la pena de su muerte… Pero esto es falso.
       Estoy aquí, boca arriba, pensando en aquel tiempo para olvidar mi soledad. Porque no estoy acostada sólo por un rato. Y ni en la cama de mi madre, sino dentro de un cajón negro como el que se usa para enterrar a los muertos. Porque estoy muerta.
        Siento el lugar en que estoy y pienso…
       Pienso cuando maduraban los limones. En el viento de febrero que rompía los tallos de los helechos, antes que el abandono los secara; los limones maduros que llenaban con su olor el viejo patio.
       El viento bajaba de las montañas en las mañanas de febrero. Y las nubes se quedaban allá arriba en espera de que el tiempo bueno las hiciera bajar al valle; mientras tanto dejaban vacío el cielo azul, dejaban que la luz cayera en el juego del viento haciendo círculos sobre la tierra, removiendo el polvo y batiendo las ramas de los naranjos.
       Y los gorriones reían; picoteaban las hojas que el aire hacía caer, y reían; dejaban sus plumas entre las espinas de las ramas y perseguían a las mariposas y reían. Era esa época.
       En febrero, cuando las mañanas estaban llenas de viento, de gorriones y de luz azul. Me acuerdo.
       Mi madre murió entonces.
       Que yo debía haber gritado: que mis manos tenían que haberse hecho pedazos estrujando su desesperación. Así hubieras tú querido que fuera. ¿Pero acaso no era alegre aquella mañana? Por la puerta abierta entraba el aire, quebrando las guías de la yedra. En mis piernas comenzaba a crecer el vello entre las venas, y mis manos temblaban tibias al tocar mis senos. Los gorriones jugaban. En las lomas se mecían las espigas. Me dio lástima que ella ya no volviera a ver el juego del viento en los jazmines; que cerrara sus ojos a la luz de los días. ¿Pero por qué iba a llorar?

Juan Rulfo

*

Poema II

No importa si cuando llama el amor
yo estoy muerta.
Vendré.
Siempre vendré
si alguna vez
llama el amor.

Alejandra Pizarnik

*

Prólogo a “Poemas” de Friedrich Hölderlin (fragmentos)

“…la gran poesía es siempre un homenaje y que si el poema no es un canto, entonces no pertenece a la gran poesía… recuerda entonces lo que esa palabra ‘amor’ oculta: la fuerza ignota e incomprensible que generación tras generación va llenando la tierra de seres vivos… Llaman los griegos ‘bíos’ a ese contante ayuntamiento de elementos dispersos… todo gran poema es un canto y un homenaje a la fuerza inasible y atemporal del bios que cada año renueva la vida de la tierra, pero también a la misma que cada año la adormece cuando llega el invierno… todos nosotros somos el resultado de ese empuje oscuro que nos hace crecer, florecer, fructificar y dormir. Somos conciencia en tránsito”

Felix de Azúa

*

Martín Fierro

Canto I   

Aquí me pongo a cantar 
al compás de la vigüela, 
que el hombre que lo desvela 
una pena estrordinaria 
como la ave solitaria 
con el cantar se consuela. 

Pido a los santos del cielo 
que ayuden mi pensamiento: 
les pido en este momento 
que voy a cantar mi historia 
me refresquen la memoria 
y aclaren mi entendimiento. 

Vengan santos milagrosos, 
vengan todos en mi ayuda, 
que la lengua se me añuda 
y se me turba la vista; 
pido a mi Dios que me asista 
en una ocasión tan ruda. 

Yo he visto muchos cantores, 
con famas bien otenidas, 
y que después de alquiridas 
no las quieren sustentar. 
Parece que sin largar 
se cansaron en partidas. 

Mas ande otro criollo pasa 
Martín Fierro ha de pasar; 
nada lo hace recular 
ni las fantasmas lo espantan, 
y dende que todos cantan 
yo también quiero cantar. 

Cantando me he de morir, 
cantando me han de enterrar, 
y cantando he de llegar 
al pie del Eterno Padre; 
dende el vientre de mi madre 
vine a este mundo a cantar. 

Que no se trabe mi lengua 
ni me falte la palabra; 
el cantar mi gloria labra 
y, poniéndome a cantar, 
cantando me han de encontrar 
aunque la tierra se abra. 

Me siento en el plan de un bajo 
a cantar un argumento; 
como si soplara el viento 
hago tiritar los pastos. 
Con oros, copas y bastos 
juega allí mi pensamiento. 

Yo no soy cantor letrao, 
mas si me pongo a cantar 
no tengo cuándo acabar 
y me envejezco cantando: 
las coplas me van brotando 
como agua de manantial. 

José Hernández

*

De rerum natura

Himno a Venus:

Madre de los Enéadas, gozo de hombres y dioses,
       nutricia Venus, que bajo signos del cielo móviles
       el mar portanavíos, las fructíferas tierras
       frecuentas, pues por ti toda clase de seres
5    se engendra y, nacidos, la luz del sol contemplan.
       De ti, diosa, de ti huyen los vientos, los nublados,
       y de tu advenimiento; por ti el suelo diverso
       suavemente florece, te sonríen los mares
       y radiante de luz brilla el cielo sereno.
10   Pues al llegar al día la belleza vernal
       y del fértil Favonio la brisa desatada
       las aves voladoras indican tu presencia,
       diosa, su corazón por tu fuerza agitado,
       brincan fieras y reses por los pastos fecundos
15   y atraviesan las rápidas corrientes, y atraídas
       por tu gracia te siguen a donde tú las lleves.
       Y al fin, por mares, montes y ríos torrenciales,
       por frondas, hogar de aves, y por campos lozanos,
       infundiendo en sus pechos un amor que seduce,
20   su prole haces que ansíen propagar por especies.
       A ti, que en solitario gobiernas la natura,
       sin quien nada en el reino divino de la luz
       se origina ni se hace nada grato ni amable
       asociarme deseo para escribir los versos
25   que de natura intento componer para nuestro
       Memíada, quien tú, diosa, en todo momento,
       dotado para todo ver descollar quisiste.
       Con más razón, da eterno, diosa, encanto a mi verbo.

Tito Lucrecio Caro

*

(A esta altura del encuentro, el guardavidas y docente Omar Mangieri hizo una comentario muy sorprendente y rico sobre la relación entre La primavera y el mar)

*

Soneto del Amor navegante

Porque no está el Amado en el Amante
ni el Amante reposa en el Amado,
tiende Amor su velamen castigado
y afronta el ceño de la mar tonante.

Llora el Amor en su navío errante
y a la tormenta libra su cuidado,
porque son dos: Amante desterrado
y Amado con perfil de navegante.

Si fuese uno, Amor, no existiría
ni llanto, ni bajel, ni lejanía,
sino la beatitud de la azucena.

¡Oh, amor sin remo, en la unidad gozosa!
¡Oh, círculo apretado de la rosa!
Con el número Dos nace la pena.

Leopoldo Marechal

*

Orillas del amor
Como una vela sobre el mar
resume ese azulado afán que se levanta
hasta las estrellas futuras,
hecho escala de olas
por donde pies divinos descienden al abismo,
también tu forma misma,
ángel, demonio, sueño de un amor soñado,
resume en mí un afán que en otro tiempo levantaba
hasta las nubes sus olas melancólicas.

Sintiendo todavía los pulsos de ese afán,
yo, el más enamorado,
en las orillas del amor,
sin que una luz me vea
definitivamente muerto o vivo,
contemplo sus olas y quisiera anegarme,
deseando perdidamente
descender, como los ángeles aquellos por la escala de espuma,
hasta el fondo del mismo amor que ningún hombre ha visto.

Luis Cernuda

*

Canción del potro del mar

Potro ciego del mar

Cómo te envidio

Ciego potro del mar

Esta mañana.

Potro ciego del mar

Por las muchachas

(ciego potro del mar)

Que te cabalgan.

Con los muslos desnudos

Te cabalgan

(potro ciego del mar)

Sobre la playa.

Un millón de muchachas

Te cabalgan,

Mojados los cabellos,

Y los pechos desnudos

Te cabalgan.

Solas de sol y yodo,

Fragantes por las algas,

Solas de piel y sol

(potro ciego del mar)

Esta mañana.

Y yo las miro solo

(potro ciego del mar)

Adán sin nada

(potro ciego del mar)

Sobre tus playas

Torturado de sed

Y sal amarga…

¡Potro ciego del mar!

Antonio Esteban Agüero

*

Cerveza

Las escolleras están en el mar

Y yo sentado en el bar pensándote

Te beso y ninguno lo sabe o ven

A un ciudadano pálido bebiendo su cerveza hace calor

Y en la espuma del vaso hay más historias

Sobre el oleaje que te acerca y aleja

Como esta mesa donde

Te recito por milésima vez.

Juan Gelman

*

Alga quisiera ser…

Alga quisiera ser, alga enredada,
en lo más suave de tu pantorrilla.
Soplo de brisa contra tu mejilla.
Arena leve bajo tu pisada.

Agua quisiera ser, agua salada
cuando corres desnuda hacia la orilla.
Sol recortando en sombra tu sencilla
silueta virgen de recién bañada.

Todo quisiera ser, indefinido,
en torno a ti: paisaje, luz, ambiente,
gaviota, cielo, nave, vela, viento…

Caracola que acercas a tu oído,
para poder reunir, tímidamente,
con el rumor del mar, mi sentimiento.
Ángel González

*

Poema 45 (Trilce)

Me desvinculo del mar

cuando vienen las aguas a mí.

Salgamos siempre. Saboreemos

la canción estupenda, la canción dicha

por los labios inferiores del deseo.

Oh prodigiosa doncellez.

Pasa la brisa sin sal.

A lo lejos husmeo los tuétanos

oyendo el tanteo profundo, a la caza

de teclas de resaca.

Y si así diéramos las narices

en el absurdo,

nos cubriremos con el oro de no tener nada,

y empollaremos el ala aún no nacida

de la noche, hermana

de esta ala huérfana del día,

que a fuerza de ser una ya no es ala.

César Vallejo

*

Allá lejos y hace tiempo

“De todos los árboles, después de los durazneros, los álamos parecían sentir la nueva estación con mayor intensidad. Se me ocurría que ellos experimentaban, como yo, la influencia ejercida por el brillo del sol y lo expresaban con su fragancia, al igual que los durazneros y otros árboles con sus flores. Asimismo, lo demostraban en los nuevos sonidos que daban al viento. El cambio tenía contornos y tonalidades de real maravilla, cuando las filas de los esbeltos árboles, que por meses habían hablado y gritado con extraño lenguaje sibilante, que llegaba hasta los alaridos cuando soplaba un ventarrón, ahora, al llenarse de hojas, emitían un gran caudal de sonidos más continuos, suaves y profundos, como el rodar de las olas sobre la ancha playa”

Guillermo Hudson

*

Porque ha salido el sol

Estoy muerto,
estoy asesinado:
pero estoy naciendo
con la primavera.
Porque ha salido el sol
Aquí tengo una hoja,
una oreja, un susurro,
un pensamiento:
voy a vivir otra vez,
porque ha salido el sol.

Pablo Neruda

(musicalizado por Víctor Heredia)

*

2 comentarios

  1. sonia

    Hermosa selección de poesía y de diferentes voces. Gracias por compartir tus perlas poéticas, Aníbal.

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