Vivir un mes impregnado en el idioma griego, especialmente en el alfabeto, fue una de las fascinaciones que tuvo para mí este viaje. Anduve distraído, es decir “atento” a carteles y textos. Por lo tanto frecuentemente me detenía, como atontado, en la calle, intentando reconocer las palabras y colgado del traductor de google. Tenía a mi favor el rudimentario conocimiento de griego antiguo que estudié en la Universidad de Mar del Plata.
Cuando viajamos de Santorini a Naxos, en un camión que bajó del ferry alcancé a distinguir la leyenda: μεταφορικη (metaforiki, transporte). Fue un momento de éxtasis. Recordé la definición de Aristóteles en la Poética: “metáfora es el traslado del nombre de una cosa a otra”. Un poeta es a su modo un fletero… La palabra que representa a la poesía, que fue y es motivo de sesudos estudios, estaba en la calle, en la vida cotidiana de los griegos.
(Unos días antes de tener esta experiencia, había apuntado en mi libreta que “vivir en la metáfora” es un modo de no estar, porque lo que vemos siempre nos sugiere o remite a otra cosa: una nube a un barco, un barco a un pájaro, un pájaro a una piedra, una piedra a un durazno, un durazno a un planeta, un planeta a una semilla, etc. Tal vez esto explique que se atribuya a los artistas la condición de lunáticos, de estar siempre pensando en “otra cosa”).
Naxos es la más grande de las 33 islas habitadas de las Cícladas, un archipiélago de 2300 islas e islotes. Los antiguos griegos, dados al mito y a sus formas, vieron que formaba un “κυκλος” (kiklos, círculo) alrededor de la isla de Delos, y lo bautizaron así. No conformes con esto, hicieron nacer a los hermanos Artemis y Apolo en esa isla, vecina a la famosa y ruidosa Mikonos. De ahí el carácter sagrado de Delos, a pesar de su pequeñez.
Pueblitos legendarios, pastores y pastoras, playas, montañas, y una fertilidad expresada en olivares, higueras, vides, papas, cabras, ovejas y quesos dan a Naxos un lugar distintivo. Tiene además la impregnación mítica: el monte Zeus, el templo de Apolo, la playa donde Teseo abandonó a Ariadna, luego de que ésta lo ayudara con el hilo a salir del laberinto, en Creta. Y el culto a Dionisio, quien rescató a la hija de Minos del oprobio y de una muerte segura.
Otra vez la circunstancia de estar fuera de temporada jugó a nuestro favor, en cuanto a disponibilidad y precios: a un kilómetro del puerto, a través de airbnb, ocupamos el pequeño departamento de Cristos, un lugareño muy amable, de gestos amistosos y familiares, cuyo símbolo fue la docena de huevos que nos dio como regalo de bienvenida, traídos de la huerta de un amigo.
Puntos altos de esta etapa fueron el encuentro con la tejedora de Mani; las nadadas en Panermos y en otras bahías de aguas todavía cálidas, donde no faltaron boyas hacia las que nadar contando las brazadas; un almuerzo al borde del agua en un restaurante de Apollon; la visión conmovedora de olivos milenarios; el engaño de un supuesto lugareño de “varias generaciones”, que nos vendió un frasco de higos secos, “de su propia huerta”, viejos y duros.
Le agradecí, después de la mufa, a este vendedor rutero, el habernos permitido conocer al famoso “timador griego”, que menciona incluso en su relato de viaje el gran Henry Miller. Aunque Miller se refirió en realidad a un taxista de Atenas, el modelo es el mismo. Además, también sufrimos nosotros, en la segunda visita a Atenas, la experiencia de un taxista chanta que a fuerza de lamentos y quejas teatrales, nos exigió casi una propina extra, por encima del precio «oficial»…
Cerramos el círculo virtuoso de las cícladas en Paros, famosa por su mármol, su hermosa iglesia ortodoxa Panagia Ekatondapiliani, y por haber sido la tierra natal de Arquíloco, uno de los primeros poetas de la tradición occidental, del que quedaron apenas algunos fragmentos, en los que expresa el individualismo, la invectiva, las penas de amor y el desencanto, temas novedosos para la época (Siglo VII AC).
Desde Paros accedimos a Antiparos, una isla minúscula que fue para nosotros la posibilidad de ir más lejos, hacia playas en esta época deshabitadas, como la de Agios Giorgios, que mencioné en un relato anterior. Aquí el rumor chismoso es que compró una vivienda Tom Hanks, (¿luego de filmar Náufrago?). Nosotros ponemos rumbo a Creta, la “isla total”, diecinueve veces más grande que Naxos.
(www.anibalzaldivar.com)
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